El insomnio, la apnea del sueño, el sonambulismo, despertares repentinos... son alteraciones o enfermedades comunes que afectan al sueño. En este apartado vamos a conocerlas algo mejor.
Disfrutar de un sueño reparador cada noche es vital para mantener nuestro ajetreado día a día, pero además de la simple necesidad de sentirnos descansados, el sueño es un proceso biológico imprescindible para la vida, por lo que vernos privados de él puede suponernos consecuencias muy graves para nuestra salud. Hoy os hablamos de los 5 principales trastornos del sueño.
Los trastornos del sueño, también conocidos como desórdenes del sueño, son una serie de enfermedades que alteran el desarrollo del ciclo del sueño, impidiéndonos conseguir el descanso adecuado que nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan.
Se calcula que uno de cada tres españoles sufre algún tipo de trastorno a la hora de conciliar el sueño, siendo una de las patologías más comunes. Puede producirse por varios motivos, es habitual que esté relacionado con situaciones puntuales como cambios de horarios inesperados, nervios, estrés…que normalmente no se prolongan en el tiempo, pero se convierte en un problema grave cuando el sueño se altera permanentemente y acaba afectando a la vida de la persona que lo sufre.
Agotamiento físico, somnolencia durante el día, bajo rendimiento en nuestras obligaciones diarias, dificultad para continuar con nuestro ritmo profesional…muchas son las consecuencias que acarrea no descansar adecuadamente durante la noche.
Esta permanencia puede surgir, como consecuencia de otras enfermedades ya sufridas por la persona, como dolores crónicos, enfermedades cardíacas o alguna enfermedad mental, pero con nuestros ritmos de vida y nuestras rutinas cada vez más aceleradas, es normal que podamos llegar a sufrir alguno de estos desórdenes.
Los trastornos y alteraciones del sueño pueden agruparse en 4 tipos:
Problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido: como el imnsonio y la apnea del sueño, de los que luego hablaremos.
Problemas para permanecer despierto (padeciendo somnolencia durante el día): las personas con somnolencia diurna excesiva se sienten cansadas durante el día. Cuando las causas no son la falta de sueño o el sueño interrumpido se denominan hipersomnio y abarcan, entre otras: afecciones médicas (fibromialgia, bajo funcionamiento de la tiroides?), mononucleosis u otras enfermedades virales, narcolepsia u obesidad.
Problemas para establecer “un horario de sueño"?. También se pueden presentar problemas cuando se rompe el ritmo habitual de sueño-vigilia: cuando se viaja cruzando zonas horarias distintas (jet lag), cuando se trabaja por turnos en horarios rotativos, particularmente los que trabajan durante las noches o los jóvenes, que durante el fin de semana, disfrutan de su ocio nocturno rompiendo el ritmo habitual de la semana.
Comportamientos inusuales durante el sueño. Las conductas anormales durante el sueño se denominan parasomnio, son bastante comunes en los niños, y abarcan: terrores nocturnos, sonambulismo o trastornos de comportamiento asociados al sueño MOR (Movimientos Oculares Rápidos o REM -Rapid Eyes Movements- en inglés) en los que la persona se mueve y representa con gestos y movimientos corporales sus sueños.
Alrededor del 30% de la población padece de alteraciones del sueño. Nos cuesta dormirnos y muchas veces terminamos en la consulta de un médico pidiendo ayuda y recurriendo a pastillas. Fuera de las cuestiones médicas que requieran tratamiento, podemos dar paralelamente otras soluciones a las alteraciones del sueño como puede ser algo tan simple como un cambio de colchón. Tenemos que intentar que las condiciones a la hora de acostarnos sean lo más óptimas posibles: un buen colchón, una habitación sin ruidos, buena ventilación y ropa de cama cómoda, son requisitos imprescindibles para crear un ambiente idóneo para dormir y descansar correctamente.
Si procuramos que todos estos puntos estén en orden, será mucho más fácil diagnosticar en caso de problemas de sueño, cuál es el origen. Muchas veces el hecho de dormir en pareja también puede generar problemas: si la otra persona se mueve mucho, ronca o se levanta durante la noche, puede despertar a su acompañante y llegar a ser muy incómodo. Una solución a este problema sería el adquirir un colchón con el atributo de independencia de lechos, perfectos para parejas, de núcleos de espumación o Hr, de nucleos de viscoelástica o látex, también de muelles ensacados. Todos estos están provistos de sistemas que aíslan los movimientos de los durmientes, aislándolos y haciéndolos casi imperceptibles.
Si tienes previsto realizar un largo viaje de avión, no puedes perderte el post de hoy en el que te damos las claves para combatir el jet lag, producido por la diferencia de husos horarios entre el origen y el destino. Te lo contamos.
El jet lag es el desequilibrio que se produce en el reloj interno de las personas cuando realizan viajes de larga distancia, en los que se experimentan cambios de horas. De este modo, nuestros hábitos diarios se trastocan, al tener que acomodarnos a las costumbres horarias del lugar al que viajamos.
No todas las personas se ven afectadas por igual cuando realizan largos viajes de avión. Los síntomas del jet lag pueden variar. Entre las sensaciones que produce el jet lag encontramos: insomnio, cansancio, confusión, falta de concentración, dolor de cabeza, mareos, malestar general, apatía e incluso problemas digestivos como pueden ser vómitos, diarreas o estreñimiento. Pero como os decimos, dependerá de la sensibilidad de cada persona.
Los expertos recomiendan una serie de pautas que debemos hacer antes y después de emprender el viaje. Todas ellas enfocadas a combatir los síntomas del jet lag y mejorar nuestras condiciones mentales y físicas durante la estancia. Estas pautas también están determinadas en función de si viajamos hacia el Este o el Oeste.
Días antes de emprender el viaje, es muy conveniente ir aclimatandonos al horario que tiene el lugar de destino. De este modo, si nuestro viaje es hacia el Este debemos madrugar cada día más y acostarnos más pronto. Si, por el contrario, nuestro viaje es hacia el Oeste, lo que debemos hacer es levantarnos más tarde cada día e irnos a dormir un poco más tarde.
La hora en la que llegamos a nuestro destino, también nos puede ayudar a combatir el jet lag. Así, si nuestro destino está hacia el Este es mejor que lleguemos por la mañana, y si viajamos al Oeste, mejor aterrizar por la tarde.
Es muy útil para combatir el jet lag dormir bien las jornadas previas al viaje. También nos ayudará dormir durante el vuelo. Una vez en el destino elegido debemos olvidarnos de nuestros horarios de partida y adecuarnos a los nuevos, tanto en sueño, comidas, cenas… Es importante seguir la rutina de horarios del lugar al que viajamos.
Las horas en avión se pueden hacer eternas. Para ayudarnos a sobrellevarlas mejor, es importante hidratarse correctamente. Evita las bebidas alcohólicas, excitantes y los alimentos de difícil digestión. Los zumos de fruta, en especial el de pomelo, y una alimentación a base de frutas y hortalizas y proteínas es lo más recomendado. Además, es importante que te muevas. Camina de vez en cuando y realiza ejercicios de estiramiento, para que tus músculos no se adormezcan.
Si el jet lag te afecta sobre manera, puedes acudir a un médico para que te recete medicación con el fin de ayudarte a dormir. Pero recuerda no te auto mediques, las consecuencias pueden ser peores. Debe ser un especialista el que te aconseje qué medicación tomar.
Dormir de un tirón es una bonita expresión que usamos cuando hemos dormido bien, que hemos descansado, creyendo? que no nos hemos despertado durante toda la noche. Pero en realidad, durante la noche hemos vivido pequeños despertares. Emergiendo de cualquiera de las fases del sueño que configuran una noche, se producen entre seis y ocho despertares de muy corta duración, que en el caso de adultos y niños no superan los treinta segundos y para las personas mayores se pueden prolongar entre dos y cinco minutos. No somos conscientes de estos despertares y, durante los mismos, aprovechamos para cambiar de posición o taparnos, si sentimos frío.
Dormir poco no significa siempre dormir mal, ni tener, necesariamente, insomnio. Recordemos que podemos dormir poco, pero tener un sueño cualitativamente bueno, un sueño reparador. De ese que nos recarga las baterías, las del cerebro y las de todo el cuerpo.
Nuestra maquinaria necesita dormir para restablecer nuestras funciones mentales, pero el tiempo para reponer esa energía dependerá también de cada persona.
¿Te cuesta más de media hora conciliar el sueño?, ¿te levantas una media de dos veces durante la noche?, ¿duermes menos de cinco horas diarias?. Atención, porque presentas un cuadro típico de insomnio y, por lo tanto, podrías pertenecer al grupo de insomnes que configura, como ya hemos visto, ese tercio de la población mundial.
El insomnio produce claros síntomas durante el día: cansancio, fatiga, mal humor, pérdida de concentración y de memoria. También puede dar lugar a alteraciones puramente físicas, como envejecimiento prematuro de la piel y alteraciones hormonales.
El insomnio es un síntoma, es decir, siempre hay una causa que lo provoca. Por lo tanto, para poder llevar a cabo un tratamiento adecuado, siempre hemos de intentar buscar la causa que lo produce: es esencial realizar un buen diagnostico.
De entre todos los insomnes, la mitad padece insomnio crónico. Si duermes menos de cinco horas diarias durante dos meses consecutivos, estás entre ellos.
La otra mitad de lo que sufren insomnio son gente que normalmente duerme bien, pero en una época determinada tienen problemas para conciliar el sueño, o se despiertan muy frecuentemente durante la noche. Y eso les ocurre entre dos y veintiún días seguidos. Estos padecen insomnio transitorio. La mayoría piensa, que por su transitoriedad, tal como vinieron, también se irán esos problemas para dormir; los relaciona con alguna preocupación que perturba su mente esos días, y tal vez, utilizan un remedio casero para combatirlos, ya sea tomando plantas medicinales, o con un baño caliente antes de acostarse.
Pero, desgraciadamente el 85 por ciento de las personas que sufren insomnio transitorio no hacen absolutamente nada para evitar ese, aunque sea pasajero, mal trago. Ignoran, además, que puede convertirse en un problema crónico fácilmente.
En general, hay más mujeres que hombres, que a partir de los 40 años sufren trastornos del sueño. Por cada cuarenta hombres que sufren insomnio, hay sesenta mujeres que lo padecen, y los factores hormonales parecen tener un papel importante en esta proporción.
A partir de los 60-65 años, se tiene mas dificultad para mantener un sueño continuado, es decir, se sufren despertares nocturnos frecuentes.
Y, aunque hemos asegurado que el insomnio no entiende de razas ni de clases sociales, hay algunos factores asociados a ciertas personas que si pueden incrementar esta patología:
Se conoce como la incapacidad para conciliar el sueño y permanecer dormido durante toda la noche, se calcula que afecta a un 25% de la población y su origen puede deberse a varios factores, los más habituales son la depresión y la ansiedad, pero otras enfermedades ya sufridas con anterioridad pueden provocarlo también, como por ejemplo, enfermedades metabólicas, digestivas, neuronales…que pueden interrumpir el sueño por el dolor crónico que conllevan, también durante el embarazo es habitual sufrirlo.
Su aparición puede deberse también a una situación puntual, como cambios de turno de trabajo, tomar algún medicamento que pueda provocarlo o algún cambio de rutina que nos haya alterado de algún modo.
Aunque existen tratamiento médicos para ayudar a corto plazo, en este post vamos a ver una serie de recomendaciones caseras y naturales para evitar el insomnio.
Podemos seguir ciertas pautas en nuestra rutina que nos ayudarán a conciliar el sueño y reducir, en la medida de lo posible, las consecuencias negativas de no darle a nuestro cuerpo el descanso necesario, como por ejemplo, regular nuestra hora de acostarnos y de levantarnos, intentando que sea siempre la misma y evitando dormir durante el día.
Es aconsejable también, utilizar la cama y el dormitorio únicamente para dormir, evitando ver la televisión, leer o escuchar la radio.
Tomar un baño caliente antes de dormir siempre ayuda. Pero hay que evitar que el agua esté demasiado caliente, queremos relajarnos, no agotar el cuerpo. Si es posible utilizad sales aromáticas que siempre ayudan.
Evitad la cafeína, el alcohol y la nicotina. Hay que tomar alimentos ligeros antes de irse a dormir para no tener el estómago pesado y sobre todo evitad las bebidas estimulantes.
Seguid los consejos de Remedios Populares, donde encontramos remedios de las abuelas que siempre funcionan, como la leche tibia o tomar agua de azahar con un terrón de azúcar.
También puede ayudarnos el yoga y algunos ejercicios de relajación para realizar en algún momento del día. Se recomienda tratar de ejercitar la respiración abdominal.
El dormir en pareja puede ser un problema si hay ronquidos o si nuestra pareja se mueve en exceso. Un colchón grande puede ser una buena solución para encontrar su espacio. Hay dejarse aconsejar por profesionales del descanso.
El dormitorio debe tener una temperatura cercana a los 18 grados, ventilado y si quieres probar el Feng Shui puede ser una buena solución para armonizar tu espacio de descanso.
Las infusiones antes de dormir son una gran idea. Melisa, lavanda, hierbaluisa, poleo, en herbolarios pueden aconsejarte con mezclas para evitar el insomnio.
Últimamente oímos hablar de esta alteración del sueño con frecuencia, con palabras técnicas diremos que es la interrupción completa del flujo nasobucal, en palabras coloquiales no poder respirar.
Existen dos tipos de apneas, la obstructiva y la central. La primera es una obstaculización en las vías aéreas respiratorias, por su crecimiento anormal, sólo presente durante el sueño.
Las personas con tejidos de la garganta grandes, como la campanilla, lo que rodea el paladar largo o la lengua, pueden provocar durante el sueño y en posición decúbito supino (boca arriba) una resistencia a que el aire pase por sus vías respiratorias altas, lo que ocasiona el ronquido. Si el ronquido aumenta, esa obstrucción llega a ser completa, no dejando pasa el aire generando la presencia de las apneas.
Un 4% de los adultos la sufren, hay personas que dejan de respirar 10 veces, por hora de sueño, lo que se considera una apnea leve, 20 en promedio es moderado y más de 30 es severo. Se presentan casos en donde el paciente deja de respirar 100 veces en una hora.
El segundo tipo de apnea, la apnea central, está relacionada con una disfunción de los centros respiratorios a nivel del sistema nervioso central, el cerebral. Nuestro cerebro tiene centros que regulan la actividad cardiaca y la actividad respiratoria, si el cerebro no manda la orden de respirar nos encontramos con este grave problema.
Este es el desgraciado tipo de apnea que presentan los neonatos que mueren durante el sueño, denominado síndrome de muerte súbita infantil o muerte de cuna. No debe confundirse con los ahogos de los niños lactantes, estos sí evitables, encajando al bebe colocado boca arriba o de lado para dormir, y sobre colchones de muelles, no de espumas, látex o viscoelásticas, que favorecen el hundimiento, y en caso de girarse a la posición boca abajo, el posible ahogo.
Para evitar la apnea obstructiva hay factores de riesgo que se deben controlar, principalmente el sobrepeso, aunque hay personas que sin estar obesas, también son roncadoras, incluso algunos niños. Si el problema es grave los médicos recetarán y facilitarán a los pacientes medicación o mascarás de oxigeno para evitar los bloqueos o facilitar la respiración durante la noche.
Cabe destacar que los hombres presentan tres veces más la posibilidad de desarrollar esta enfermedad, en una relación tres a uno en relación con las mujeres. Sin embargo, después de la menopausia, tienden a roncar igual que los hombres.
El consumo de alcohol o el ingerir algunos medicamentos para dormir (sustancias depresoras del sistema nervioso), hacen que el problema sea más grande.
Mucha gente erróneamente siente que son insomnes, y en realidad es que son roncadores, las pausas respiratorias que ocasionan los hacen despertar varias veces, por lo que se sienten cansados al día siguiente.
Es un trastorno muy común, durante el sueño, la persona que lo sufre hace una parada en la respiración, esta interrupción suele durar unos pocos segundos y pueden suceder hasta 30 veces en una hora, pasados esos segundos, la persona recupera su respiración normal con un fuerte ronquido.
Se produce cuando el durmiente se encuentra en fase REM, lo que altera su sueño y provoca que este se haga más ligero y no se consiga descansar correctamente. La persona que lo sufre no suele percatarse de lo que sucede, siendo los familiares quienes advierten este síntoma.
Es una patología que puede llegar a ser grave si no se trata adecuadamente, ya que, en los periodos de interrupción de la respiración, el cerebro sufre una falta de aire, pudiendo dañar neuronas asociadas al sueño y aumentar las probabilidades de sufrir un problema cardíaco.
Además, al no disfrutar de un sueño reparador, la persona que lo sufre arrastra ese cansancio durante el día y puede padecer fatiga crónica y dolores de cabeza.
Estudios indican que aproximadamente un 80% de los pacientes con apnea del sueño son obesos, por lo que la principal medida para evitarla es mantener un peso adecuado y realizar ejercicio físico. Dejar de fumar y controlar el consumo de alcohol ayudarán también a prevenir la apnea.
Los especialistas aseguran que sí existe relación entre menopausia y problemas para dormir. Muchas de las mujeres que se encuentran en esta etapa se despiertan acaloradas, debido a los sofocos que provoca la menopausia.
Antes de conocer qué podemos hacer cuando la menopausia dificulta el sueño, vamos a definir qué es esta etapa que viven las mujeres, por lo general, mayores de 50 años. El aparato reproductor de la población femenina llegada a una edad que deja de producir óvulos y por tanto de tener la menstruación. Esto trae una serie de cambios hormonales que provocan determinados cambios en su vida: sofocos, osteoporosis, falta de apetito sexual, cansancio, dolores, aumento de peso...
Ante estos cambios que en muchos casos llegan a afectar la calidad de vida, las mujeres pueden introducir determinados hábitos de vida que mejoren los síntomas y eviten que la menopausia afecte en exceso a su calidad de vida.
Es muy importante realizarse revisiones ginecológicas anualmente. Este especialista nos irá dando las pautas para poder afrontar la menopausia sin problemas y reducir sus síntomas. Nos dictará el tratamiento a seguir.
Como uno de los mayores riesgos de la menopausia es la pérdida de calcio y la osteoporosis o desgaste de los huesos que ello conlleva. Es importante nutrir de calcio nuestro cuerpo, para evitar dolores y desgastes óseos. Debemos realizarnos densitometrías para conocer el estado de nuestros huesos.
La alimentación es una gran aliada en esta etapa de la vida. Además de aumentar la ingesta de alimentos ricos en calcio, otros elementos que nos ayudan son las isoflavonas que ayudan a reducir los sofocos propios de la menopausia. Además estos compuestos ayudan a estimular el deseo sexual, que se pierde derivado de los cambios hormonales. Los alimentos que contiene isoflavonas son entre otros: nueces, avellanas, té rojo, semillas y granos de cereales.
Con el objetivo de frenar el aumento de peso que suele provocar la menopausia es importante seguir una dieta equilibrada y saludable. Evitar los alimentos que aumentan el colesterol. Es conveniente mantener los niveles saludables de colesterol LDL. Para ello podemos consumir alimentos ricos en colesterol bueno o HDL. Estos son: avena, cereales, aguacate. También ayuda reducir la cantidad de alimentos ricos en grasas saturadas.
Además de una alimentación adecuada, es importante realizar ejercicio físico para evitar el aumento de peso y para fortalecer nuestros músculos y huesos. Caminar a un ritmo más acelerado es un buen ejercicio y muy fácil de realizar. Es bueno para nuestra salud cardiovascular.
Como uno de los mayores problemas a la hora de dormir en la menopausia son los sofocos nocturnos, los colchones con gran capacidad de transpirabilidad nos ofrecen un descanso más fresco. Estos son los colchones recomendados para calurosos.
Un consejo para las mujeres que sufren sofocos nocturnos es dormir con ropa de cama fresca, de tejidos transpirables como el algodón. No abrigarse en exceso y reducir la temperatura ambiente. Puede ser muy útil tener a mano un abanico para refrescarse durante los sofocos.
En la cara superior e inferior del bloque central encontramos acolchado de fibra natural de lino y algodón que suman suavidad y confort al descanso. El tapizado es en tejido Damasco de alta calidad con algodón 100% y viscosa. La altura total de este colchón es de 22 cm y cuenta con doble funda de protección. La exterior se puede extraer fácilmente para lavarla.
Entre las propiedades de este colchón destaca su gran resistencia, soporta pesos de hasta 120 kg; su gran transpirabilidad, aporta un descanso fresco, ideal para calurosos; su capacidad para articularse, se puede apoyar sobre camas articuladas; una gran independencia de lechos, ideal para dormir en pareja (está disponible en versión gemelo). Además, sus rellenos son hipoalergénicos y cuenta con un tratamiento específico contra los ácaros.
El acolchado es distinto en cada cara. En la cara verano, más fresca está acolchado de fibras naturales de algodón; la cara invierno dispone de fibras naturales de lana, más cálida. Cuenta con una funda exterior de protección elaborada con fibras naturales que se puede lavar con temperaturas de hasta 60 grados. La altura total de este colchón es de 23 cm.
Os hablamos de sus causas, síntomas, tratamiento y de si existe alguna forma de prevenirlo. Además veremos qué dicen los expertos respecto a la recuperación.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), un ictus es una “Enfermedad cerebral de origen vascular que se presenta de un modo súbito”. Etimológicamente, la palabra ictus procede del latín y significa ataque o golpe.
Citando a la Sociedad Valenciana de Neurología, “El término ictus o enfermedades cerebrovasculares hace referencia a cualquier trastorno de la circulación cerebral, generalmente de comienzo brusco, que puede ser consecuencia de la interrupción de flujo sanguíneo a una parte del cerebro (isquemia cerebral) o la rotura de una arteria o vena cerebral (hemorragia cerebral)”.
En la jerga popular, el ictus tiene también otras denominaciones: infarto cerebral, trombosis, embolia, derrame cerebral, apoplejía. De ahí, que muchas veces se provoque confusión en cuanto a los distintos tipos: isquemia cerebral o hemorragia cerebral. Atendiendo a cifras, tres de cada cuatro ictus son isquemias cerebrales y solo uno de cada cuatro son de origen hemorrágico.
No existe una única causa que haga que la persona sufra un ictus. Hay varias causas probables que lo provocan. Entre ellas están: arteriosclerosis o envejecimiento de las arterias por la edad (se puede acelerar este envejecimiento por el consumo del tabaco, la diabetes, el colesterol alto, la hipertensión crónica), pequeños coágulos que llegan al cerebro de otras partes del cuerpo y hemorragias cerebrales producidas por la rotura de la pared arterial.
En un alto porcentaje de casos, el ictus da señales que es importante saber ver y relacionar con él, para acudir cuanto antes a un centro médico. Cuanto más rápido se actúa mayor probabilidad hay de que las secuelas no sean graves y por tanto, la recuperación es mejor y más rápida.
Estas señales se pueden experimentar en su totalidad o podemos sufrir solo una. Independientemente de la cantidad, es fundamental cuando las notemos, acudir a un centro sanitario.
Una vez que hemos sufrido un ictus nos podemos enfrentar a varias situaciones: la recuperación inmediata en los casos de haber sufrido un ataque isquémico transitorio, una recuperación a corto plazo (semanas o meses después) cuando se ha cogido a tiempo y por último sufrir secuelas de por vida o incluso el fallecimiento cuando el ictus ha sido muy grave o no se ha actuado a tiempo.
Además, hay que tener en cuenta que una vez que hemos sufrido un ictus el riesgo de que volvamos a sufrir otro aumenta.
Como dato, la Sociedad Española de Neurología señala que los ictus son la tercera causa de muerte en hombres y la primera en mujeres. Además, según sus cifras, una sexta parte de la población española tendrá un ictus en su vida.
Las cifras son altas, pero podemos minimizar el riesgo de sufrir un ictus incluyendo en nuestra vida una serie de hábitos saludables.
Estos son algunos de los hábitos que te ayudan a minimizar el riesgo de sufrir un ictus. Además, son recomendables para evitar otro tipo de enfermedades y para mejorar tu esperanza y calidad de vida.
Su origen es neurológico y se caracteriza por una excesiva somnolencia, se debe a una anomalía cerebral que altera los mecanismos del sueño y se representa en episodios de sueño repentinos en cualquier momento del día. Suelen durar entre 2 y 5 minutos, haciendo que la persona que la sufre se quede dormida en cualquier lugar y situación, despertándose después totalmente despejada.
Puede producir sensación de pérdida de memoria y alterar la concentración, sensación de cansancio, fatiga, afectar a nuestro estado de ánimo, ...
Para combatir la narcolepsia es fundamental seguir unas rutinas diarias como un horario de sueño regular, realizar ejercicio físico y realizar siestas programadas de corta duración durante el día, siendo necesario en los casos más graves seguir un tratamiento farmacológico y médico que ayude a controlar la enfermedad.
Es un trastorno caracterizado porque la persona que lo sufre es capaz de caminar o realizar alguna actividad estando dormidas. Suele ser más común en niños debido a la falta de sueño o a algún periodo de ansiedad, en los adultos suele darse como consecuencia del alcohol o de algún trastorno mental.
La persona que padece insomnio puede levantarse y realizar diversas acciones con total normalidad y si no se les despierta suelen volver a irse a dormir, estos episodios habitualmente son breves.
Los síntomas más habituales junto con levantarse y realizar diversas actividades, son confusión y desorientación cuando despiertan, expresión ausente y la falta de recuerdo sobre lo sucedido una vez despiertos.
Seguir unos hábitos saludables como dormir las horas necesarias, reducir el estrés y controlar el consumo de alcohol ayudan a controlan el sonambulismo.
Algunas personas aprietan mucho los dientes mientras duermen. Es un hábito involuntario y la mayoría de las veces no te das cuenta, pero es algo que puede incidir en tu salud bucodental. Conocemos este fenómeno tan curioso como el bruxismo y, de acuerdo con los expertos, se produce cuando hay una hiperactividad en nuestro sistema de masticación.
El bruxismo puede tener consecuencias muy negativas para disfrutar de un buen descanso; no sólo te está afectando a los músculos de masticación y a los dientes, sino que también te puede generar dolor en la cara o incluso dolor de cabeza. Sabemos que todo lo relacionado con los dientes puede ser un motivo para despertarse por la noche y no poder conciliar el sueño.
Para que puedas evitar este problema y cuidar de la salud de tu boca, vamos a darte algunos consejos con la ayuda de algunos expertos en la materia. Pero antes conozcamos algunos datos sobre el bruxismo.
El bruxismo se define como una parafunción dinámica o parasomnia que consiste en apretar o rechinar los dientes. Entre sus síntomas, vemos que se produce un cansancio prolongado en los músculos de masticación, también puede darse un trastorno en la articulación temporo-mandibular, los dientes tienden al desgaste y podemos tener dificultades para dormir.
Como señalan en un artículo de Sanitas, las causas del bruxismo no se conocen, aunque hay factores que sí pueden actuar como desencadenantes.
Aunque el bruxismo puede darse también durante el día (bruxismo diurno), lo más habitual es que se produzca por la noche, durante la fase REM del sueño, que sucede a los 90 minutos de quedar dormidos y es la etapa con mayor actividad cerebral.
Si queremos evitar el bruxismo, tenemos que trabajar en tres direcciones. Una, para calmar los síntomas o el dolor generado por el rechinamiento de los dientes y los movimientos de masticación. La segunda, que consiste en acudir a un odontólogo para que emita un diagnóstico y someternos a tratamiento de ortodoncia que permita alinear los dientes de forma adecuada. Y tercera, de tipo más general, tratando de reducir el estrés y llevando un estilo de vida más sano y equilibrado.
Para evitar el dolor que se deriva del bruxismo, una ayuda que proponen algunos expertos es utilizar una férula o protector, como señalan en Prop Dental. Consiste en un dispositivo fabricado con resina acrílica que se coloca en el arco dental durante la noche para evitar los movimientos de los músculos de masticación durante la noche.
Otra medida que podemos tomar es realizar ejercicios de relajación y masajear las zonas donde sentimos más dolor debido a la hiperactividad de nuestra boca. Podemos también aplicar una gasa con agua caliente en la zona que más nos duele para tratar de aliviar los síntomas.
En cuanto a la reducción del estrés, algo que puedes hacer es realizar algunos ejercicios de respiración antes de irte a dormir, como recomienda Rosa Lecina en Sanitum. Te ayudará a crear un ambiente más adecuado para conciliar el sueño. También procura encontrar un colchón confortable y adecuado para ti, que te permita disfrutar de un descanso más placentero y reparador.
A medida que apliquemos estas soluciones, nuestra boca estará más relajada durante la noche y nos resultará más fácil conciliar el sueño.
Los terrores nocturnos son trastornos del sueño en los que la persona que los padece, despierta rápidamente de un sueño que le está aterrorizando. Son más comunes en niños de entre 3 y 7 años, aunque también puede darse en adultos. Al despertar se suele estar sudando y respirando aceleradamente, encontrándose sumido en una sensación de desorientación.
Son episodios que habitualmente duran entre 10 y 20 minutos tras los cuales la persona vuelve a dormirse. Su origen en los niños se encuentra en el desarrollo aún inmaduro del cerebro por el que los niños tienen dificultad para salir de un sueño muy profundo, también la fiebre, algunos medicamentos o la falta de sueño, pueden provocarlos.
En los adultos suelen estar relacionados con la ansiedad, la depresión u otros problemas emocionales.
Prevenirlo en los niños es sencillo, evitando en lo posible ver películas de terror o cualquier otro estímulo que pueda causar miedo en el niño. En los adultos siguiendo una rutina saludable en las pautas del sueño.
Todos necesitamos descansar para estar al 100% en nuestra vida diaria, por ello hay que estar muy atento a todos estos síntomas y en el caso de sufrir alguno de estos trastornos del sueño, tenemos que ponernos en contacto con nuestro médico que sabrá aconsejarnos y tomar las medidas necesarias.