La siesta es uno de nuestros bienes más preciados, se dice que la inventamos los españoles. Hoy la hemos exportado a muchos lugares, ha llegado incluso hasta nuestras antípodas, donde existen hoteles que ofrecen una cama para dormir ese ratito. En este post vamos a ver por qué hay que dormir la siesta después de comer.
Existen fundamentos científicos que apoyan que dormir la siesta no es simplemente un pequeño placer, sino que posee efectos muy beneficiosos, llegando a rejuvenecer nuestro cerebro.
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Cómo es la siesta perfecta
Después de comer, la sangre se concentra en el estómago para hacer la digestión, baja la temperatura corporal, lo que facilita el sueño. Quienes busquen no «caer en sus garras», deben huir del sofá y ponerse a hacer cualquier tarea para mantenerse activos y despiertos. Pero estarán dejando de disfrutar de los grandes beneficios de dormir la siesta.
Para empezar, antes de los beneficios vamos a sentar las bases de cómo es la siesta saludable. Tiene sus propias normas. Y según la edad, el tiempo de descanso necesario es distinto.
Al despertar de la siesta, a veces, nos encontramos más cansados, con una sensación de malestar, atontamiento y con menos capacidad para hacer un trabajo que antes de echarnos a dormir. ¿Cómo puede ser esto? ¿dónde está el fallo?
Bases de una buena siesta
El mejor momento para iniciar una siesta es justo después de comer. Los expertos recomiendan no alargarla en exceso, aunque el tiempo de siesta depende de la edad.
Para los adultos con 20-30 minutos basta. Este corto descanso nos ayudará a afrontar con energía la tarde y nos ayudará a reposar la comida. Si es en un sofá cómodo mejor. Si dormimos la siesta en la cama, puede que la alarguemos en exceso, pero todo depende de los gustos o la comodidad del sofá de cada uno.
Resumiendo, a continuación vemos las bases de una siesta perfecta.
- La duración ideal de una siesta es de 20 a 30 minutos. Intentar no pasar de 1 hora; el cerebro entra en un sueño profundo que de ser interrumpido provoca mal humor, malestar.
- Es importante hacer una comida ligera, sobre todo en verano. Las comidas copiosas son la causa de «siestas pesadas», con sueños intranquilos.
- La temperatura de la habitación debe ser agradable, sin notar frío o calor. Alrededor de los 20-22 grados.
- Es bueno cualquier sitio para hacerla, quien pueda permitírselo que la haga en la cama (aunque corremos el riesgo de sobrepasar la duración ideal).
La siesta, una necesidad para los más pequeños y grandes
Los niños y personas mayores o con alguna enfermedad pueden tomar siestas más largas. Son necesarias para su correcto crecimiento y desarrollo y para su recuperación, respectivamente.
En el caso de los bebés y niños, lo mejor es una siesta más larga, a poder ser en la cuna o en la cama. Su descanso después de comer debe ser más duradero para que el alimento se digiera mejor y se convierta en energía.
Las personas muy mayores y enfermos también es conveniente que tomen siestas más largas y en la cama. Su cuerpo necesita periodos de descanso más largos para recuperar fuerzas.
Beneficios de dormir la siesta
Ese pequeño paréntesis que realizamos en medio de nuestro día nos sirve para recuperar energías y levantar el ánimo.
El doctor Gonzalo Pin Arboledas, coordinador de la Unidad del Sueño del Hospital Quirón de Valencia, dice «el ser humano tiene como dos o tres ‘ventanas’ durante el día que le inducen al sueño. Por ello, dormir durante un pequeño periodo de tiempo ayuda al cuerpo a soportar mejor el día«. También explica que «en niños menores de 5 años la siesta es una práctica estrictamente necesaria para el desarrollo físico y neurológico».
Activa cuerpo y mente para seguir el día
La serotonina es la hormona que regula el sueño, el apetito y el estado de ánimo. Cuando dormimos nuestro cerebro se inunda de serotonina, lo que nos hace sentirnos satisfechos y felices. Nuestra mente desconecta y nos ayuda a pensar con más claridad.
Un ejemplo de cómo la siesta beneficia a la mente lo encontramos en la NASA. Esta agencia espacial ha estudiado los beneficios que tiene para nuestro cuerpo y mente disfrutar de una siesta. La investigación se realizó con pilotos de compañías aéreas comerciales. A la mitad de ellos se les permitió dormir una siesta de 40 minutos durante el vuelo, y a la otra mitad no. Los resultados mostraron que aquellos pilotos que habían dormido la siesta tenían una mayor velocidad de reacción, además estaban más descansados y no acusaban la fatiga que sí sufrían los compañeros a los que no se les había permitido dormir.
Pero no solo nuestro cerebro necesita esos minutos de descanso, nuestro cuerpo también agradece la siesta, nuestros músculos se relajan y al levantarnos nos sentimos menos fatigados.
Fortalece el sistema inmune
Nuestro sistema inmune también se nutre de esos minutos de sueño, habiendo quedado demostrado que una siesta de unos 30 minutos es capaz de restablecer el impacto hormonal que hayamos podido sufrir tras pasar una mala noche.
Mejora la digestión
Pedro Mayoral, doctor especialista en el sueño en distintos hospitales y miembro de la Sociedad Española del Sueño, expone: «la realización de la siesta produce una relajación muscular que facilita que el aparato digestivo pueda realizar la digestión de una forma más eficaz; sin embargo cuando se toman siestas demasiado largas se pueden alterar los ciclos de sueño y sufrir insomnio durante la noche».
En este sentido, no todo son beneficios. Si queréis perder peso, tal vez hacer la siesta habitualmente no sea la mejor de las opciones. La razón es que una siesta larga ralentiza el metabolismo, lo que provoca la acumulación de grasas y un descenso de la quema de calorías. Por eso, se recomienda más comidas de menos cantidad cada una. El mejor paseo, al amanecer o después de una cena «tempranera».
Dormir rejuvenece
Un estudio llevado a cabo en China y cuyos resultados publicó la revista científica “American Geriatrics Society”, determina que dormir una hora de siesta al día puede llegar a mantener el cerebro hasta 5 años más joven.
El experimento se realizó a 3.000 participantes cuya edad era superior a los 65 años, desvelando que aquellos que dormían durante una hora diaria después de comer, mostraban unas mejores habilidades cognitivas que aquellos que dormían menos tiempo o simplemente no practicaban la siesta.
Esto se debe a que este momento de descanso refresca nuestro cerebro, mejorando nuestro funcionamiento cognitivo, protegiendo al cerebro del uso excesivo y ayudándolo a que le sea más fácil asimilar información, mejorando además las capacidades de memoria y aprendizaje.
Dormir la siesta en el trabajo
Personas con determinadas profesiones se ven mucho más favorecidas que otras. Por ejemplo, personas con trabajos rutinarios (la monotonía puede pedirnos a gritos hacer un parón para descansar), es bueno que descansen para evitar accidentes o lesiones fruto de convertir el desempeño en rutina. También profesionales creativos como pueden ser publicitarios y periodistas, para despejar la mente y aclarar ideas.
No sorprende que, cada vez más empresas, faciliten a sus empleados la posibilidad de dormir una siesta en el propio lugar de trabajo para retomar la jornada laboral más frescos y con más energía.
En conclusión, descansando a mitad del día lograremos aliviar tensiones físicas, prevenir el estrés, disminuir el riesgo de accidentes cardiovasculares, aumentar la capacidad de concentración, el rendimiento y la productividad; reflejos, capacidad de razonamiento y pensamientos se verán más agudizados. Así que ya no necesitáis excusas, hay muchísimos estudios que demuestran los beneficios físicos y psicológicos de la siesta, más aún en verano, cuando la tensión es algo inferior.
Así que si nuestra rutina diaria nos lo permite, sigamos disfrutando de esta tradición tan mediterránea que es la siesta, que además de darnos bienestar y descanso, ayuda a rejuvenecer nuestro cerebro.
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