A veces nos planteamos comprar objetos de segunda mano para nuestra casa. Los motivos de hacerlo para cada cual son diferentes, aunque el de ahorrarnos un dinero suele ser el más común. Existen muchos artículos usados o de segunda mano que son muy buenos, útiles y aún se pueden aprovechar y disfrutar una vez más. En el caso de los colchones de segunda mano, es fácil que si compramos uno, con el tiempo apliquemos el refrán «lo barato sale caro». Te explicamos por qué.
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Colchones de segunda mano
Como hemos dicho, no todos los objetos de segunda mano son iguales. Y comprar un colchón de segunda mano no es lo más recomendable.
Los colchones son personales e íntimos, tanto porque cada persona tiene unas características que le hacen elegir un modelo y no otro, como por el hecho de que pasamos muchas horas en ellos aportándoles nuestra propia forma, olor, por decirlo de alguna manera. Lo que nos lleva a plantearnos que un colchón usado puede estar en malas condiciones para volver a ser usado.
No sabemos el uso y/o abuso que ha sufrido el colchón. Si su anterior propietario era un niño puede ser que le gustase saltar encima y/o el colchón contenga restos de pis. Si era un durmiente con sobrepeso el colchón puede haber perdido parte de su firmeza, y así os podemos poner una decena de ejemplos.
Veamos con más detalle por qué no son recomendables en líneas generales.
Colchones de segunda mano, por qué no son recomendables
En primer lugar, por limpieza e higiene. Mientras dormimos nuestro cuerpo elimina células muertas, sudor y otros fluidos que hacen de un colchón un buen hábitat para la proliferación de ácaros y bacterias. Dormir con nuestros propios «residuos» es una cosa, pero en el caso de dormir en un colchón usado estos «bichos» pueden causarnos problemas de salud como alergias y problemas respiratorios.
Asimismo, un colchón usado puede estar sucio. Como hemos mencionado antes, el anterior dueño que pudo haber sido un niño o una persona muy mayor y tal vez lo haya orinado. O pudo haber sido una persona con mala higiene o problemas de olor y/o hongos en los pies,etc. Todo ello queda impregnado en un colchón y puede que no se detecte a primera vista.
Por otro lado, cada durmiente tiene una postura más habitual que hace que el colchón se vaya deformando por unos lados más que por otros. Esta «deformación» puede afectar a nuestra calidad del sueño y que el cuerpo se resienta, sintiendo incomodidad o dolor de espalda principalmente.
Cuando compramos un colchón hay que tener en cuenta su solidez, su firmeza. También el material del que está hecho, si tiene muelles o resortes, caucho o espumación, etc. Y en un colchón de segunda mano estas características pueden estar deterioradas o haber perdido su garantía inicial.
Por tanto, por tu higiene, confort y economía (durabilidad del colchón) te recomendamos comprar colchones nuevos a estrenar, dejando de lado la opción de colchones de segunda mano.
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