Seguramente que al leer el título de este post has pensado: “¡no, no es bueno dormir con frío!”. Y lo cierto es que con frío nos cuesta conciliar el sueño, al igual que con calor. Pero quizás, es más recomendable de lo que imaginas pasar un poco frío durmiendo. Hay que aclarar a qué nos estamos refiriendo con si es bueno pasar frío durmiendo.
Los expertos siempre recomiendan que para dormir y descansar más confortablemente es muy importante la temperatura de la habitación. Por ello, para dormir a pierna suelta se aconseja que el dormitorio esté en torno a los 20 – 21ºC. Si bien es cierto, que esta media puede variar en función a las características de cada durmiente.
Considerando un margen más amplio, de 19 ºC a 26 ºC nuestro cuerpo estará en calma y podremos dormir. Por encima o por debajo de estos valores empezaremos a pasar frío o pasar calor durante el sueño.
Cuando hace mucho calor, prácticamente no se puede dormir. Por encima de 26 grados empezamos a sudar y los vasos sanguíneos se dilatan para aumentar la circulación sanguínea, activándose de esta manera el mecanismo de refrigeración del cuerpo. Con esta sabiduría del cuerpo, el calor sale hacia fuera, llegando más sangre a las extremidades y disipándose el calor interior en el ambiente (por eso nos ponemos rojos cuando hace calor). Con este proceso, nuestro cerebro se pone en estado de alerta interfiriendo con el sueño.
Cuando hace mucho frío ocurre lo mismo. A temperaturas bajas, por debajo de los 10 -12 ºC, el cuerpo activa un mecanismo de protección. De esta forma aumenta la actividad para calentarse e intenta remediarlo mediante temblores. De forma contraria al caso anterior, los vasos sanguíneos en lugar de dilatarse, se contraen. De esta manera circula menos sangre por las extremidades (porque nuestro cerebro no quiere que se pierda más calor). La consecuencia es que nos despertamos y esta temperatura también nos impide dormir.
Como observamos, al dormir somos muy susceptibles a los cambios de temperatura, y nos cuesta tolerar estar por encima o por debajo de unos valores establecidos. Si bien es cierto que en invierno siempre podemos taparnos con mantas o edredones y el frío se hace más llevadero, en verano poco podemos hacer más que encender algún aparato que refrigere la habitación.
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Si vives en una zona muy fría
Seas o no friolero, si vives en una zona de montaña, en la que las temperaturas suelen ser mucho más bajas que en el llano, has de tener claro que no puedes desprenderte alegremente de todos los tejidos rugosos si piensas que algunas noches vas a pasar frío. Lo que buscas probablemente es un poco de flexibilidad para estar preparado en las noches que refresca.
No obstante, tampoco es preciso utilizar una funda nórdica gruesa de invierno y podemos suplir la falta de abrigo manteniendo una manta ligera en nuestra cama, que nos dará suficiente versatilidad para liberarnos de ella si una noche pasamos mucho calor, o decidimos dormir la siesta a mediodía, cuando la temperatura no es tan baja.
En cuanto a las sábanas, te resultará más agradable dormir con sábanas de franela, incluso si decides que no necesitas ninguna manta y puedes pasar bien la noche así. Las sábanas de franela pueden ser de 100% algodón, y a veces de 80% algodón y 20% poliéster.
Otra forma para combatir la sensación de frío puede ser utilizando una funda gruesa para nuestra almohada, o bien utilizar una almohada de dos caras, una para invierno y otra para verano, que nos permitirá alternar según cómo nos sintamos durante el descanso.
Dormir con frío ¿Es bueno pasar frío durmiendo?
Aunque acabamos de hacer referencia a que pasar frío durmiendo interrumpe el sueño. Es cierto que en general, la temperatura baja ayuda a dormir.
El cuerpo varía su temperatura a lo largo del día y la noche. De esta forma, a mediodía alcanza su máxima, y a medida que avanza la tarde, la temperatura corporal desciende, desencadenando con ello el sueño. La temperatura mínima se alcanza sobre las 5 de la madrugada, antes de despertarnos. Pese a lo que podamos pensar, dormir con frío es bueno para nuestra salud:
Se reduce la probabilidad de sufrir enfermedades metabólicas como la diabetes: Según el doctor Chris Winter, tras un estudio realizado con pacientes con diabetes, comprobó que los niveles de insulina y azúcar en la sangre eran menores tras dormir, por cuatro meses, a temperaturas frías. Además ayudaba a quemar las “grasas malas” y casi se duplicaron la cantidad de “grasas buenas” con respecto a un periodo anterior en el que durmieron a unos 24 grados.
Se queman calorías: se demostró que al bajar la temperatura durante la noche, el cuerpo al despertarse y, en general a lo largo del día, mantiene el metabolismo más rápido. De este modo, dormir fresco permite quemar más calorías durante todo el día.
Nos ayuda a controlar el apetito. Dormir más frescos, incluso desnudos, también nos ayuda a controlar el apetito y la ansiedad.
Nos ayuda a mantenernos más jóvenes: En temperaturas elevadas privamos al cuerpo de realizar las funciones relacionadas con la natural disminución de la temperatura, y de liberar melatonina. Dicha hormona, además de ayudarnos a dormir, es conocida como la hormona anti-envejecimiento. La melatonina, que sólo se libera por la noche en la oscuridad, hace descender la temperatura corporal y al mismo tiempo nos mantiene más jóvenes gracias a su efecto anti-envejecimiento. Y, al inhibir las altas temperaturas, no podemos beneficiarnos de ello. A su vez, otras hormonas que se generan a consecuencia de la melatonina tampoco se producen, y ello repercute negativamente.
Si la temperatura ambiental es fresca conciliamos el sueño antes y éste será más profundo, a la vez que liberaremos menos cortisol.
Nos mantiene en plena forma física. Dormir a temperaturas frescas hace que el organismo active de forma natural sus mecanismos de termo-regulación y, entre otros beneficios, también previene graves enfermedades.
Se duerme más rápido: Como comentábamos antes, según va bajando la temperatura del cuerpo, el sueño se va apoderando de la situación.
Recomendaciones para dormir con frío
Es importante tener una temperatura ambiental adecuada, lo que significa que una sensación térmica relativamente fría es sinónimo de sostenibilidad ambiental y también de nuestro organismo.
Es por tanto aconsejable que la casa no esté muy caldeada y que la calefacción, si la usamos, no esté muy alta. Para regular la temperatura en caso de frío, os recomendamos:
A veces con abrigarnos bien dentro de la casa es suficiente.
Regula la temperatura con la ropa de cama. Si es necesario utiliza edredones individuales, que como es lógico no producen calor sino que reducen la pérdida del calor propio.
Los pies fríos pueden impedir que duermas bien. Si ese es el problema, ponte calcetines.
Usa sábanas de materiales como la franela o coralina, que proporcionan más calor.
También puedes usar mantas eléctricas, botellas o bolsas de agua caliente.
Toma sopas y bebidas calientes.
Si hay exceso de humedad en la habitación, puedes intentar combatirla con sal. Ésta es uno de los productos más absorbentes. Si colocamos un cuenco con un kilo de sal gruesa durante unos días, ésta absorberá el exceso de humedad.
Desde Colchones.es también puedes encontrar una solución gracias a la variada oferta en colchones. Los colchones de Espumación HR con acolchado de viscoelástica son una alternativa a considerar. Si quieres puedes entrar en estos dos posts para obtener más información:
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Esperamos que este post te haya aclarado algunas dudas. Si quieres más información puedes llamar a nuestro teléfono gratuito 900.701.086, de lunes a viernes de 8 am. a 20 pm.. Nuestros expertos en descanso os aconsejarán.
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